En la vida profesional todos queremos avanzar, pero he encontrado que hay dos tipos de personas que nunca llegarán a ningún destino de ascenso. La historia de hoy te mostrará cuáles son esos dos tipos de personas y cuál es el que siempre avanzará hacia la cima.

Si deseas escuchar esta historia usa el siguiente reproductor.

Ascender por Resultados

Historia sugerida por nuestro amigo Elkin Rodríguez desde Santiago de Chile y adaptada del libro La culpa es de la vaca de Jaime Lopera y Marta Bernal.

Juan trabajaba en una empresa hacia dos años. Era muy buen trabajador dedicado y cumplidor de sus obligaciones, llegaba puntual todos los días y a la fecha no tenía ninguna amonestación. Cierto día, Juan buscó al gerente para hacerle un reclamo le dijo:

—Trabajo en esta empresa desde hace dos años con bastante esmero, estoy a gusto con mi puesto y nunca me he quejado, pero siento que he sido dejado de lado. Mire, Fernando ingresó a un puesto igual al mío hace sólo seis meses y ya ha sido promovido a supervisor. Yo llevo más tiempo que él en la empresa y no me han tenido en cuenta.

El gerente lo miraba prestándole mucha atención y le dijo:

—Ya veo, creo que eso hay que solucionarlo, pero en este momento tengo un problema mayor y necesito que seas tú quien me ayude primero. —El gerente continuó hablando.— Desde la cocina me han informado que no tienen para hacer el jugo del almuerzo de hoy por favor averigua si en la tienda de enfrente tienen frutas frescas.

Juan salió de la oficina y se esperó en cumplir con el encargo. A los 5 minutos estaba de vuelta

—Bien Juan, ¿qué averiguaste? —Pregunta el gerente.

—Señor, tienen naranjas para la venta.

—¿Naranjas? muy bien, ¿y cuánto cuestan?

—Ahhhh no, no pregunté señor.

—Ok. ¿Y viste si tenían suficientes naranjas para todo el personal?

—Mmmm no señor, tampoco pregunté eso.

—Bueno Juan, siéntate acá un momento por favor.

El gerente tomó el teléfono e hizo Llamar a Fernando. Cuando éste se presentó le dio las mismas instrucciones que le había dado Juan y a los 10 minutos Fernando estaba de vuelta. el gerente le preguntó:

—Bien Fernando, ¿Qué noticias me traes?

—Señor, tienen naranjas, las suficientes para atender a todo el personal o si prefiere también tienen melones, mangos y maracuyá. En este papel puede ver la lista de los precios de cada fruta. Hablé con el dueño de la tienda y conseguí un 10% de descuento porque le vamos a comprar una buena cantidad. Dejé separadas las naranjas, pero si usted escoge otra fruta debo regresar para confirmar el pedido.

El gerente sonrió y le dijo —Muchas gracias Fernando, yo me encargo del resto puede seguir con tus tareas.

Fernando salió de la oficina y el gerente miró a Juan quien aún seguía allí sentado.

—Juan, ¿qué me decías?

—No, nada señor, nada. Eso es todo con su permiso señor, con su permiso.


Hay tantas cosas que podemos aprender de esta historia que creo que se podrían escribir libros enteros analizando la escena que les acabo de narrar, pero en la Llamada de Poder de hoy vamos a reflexionar sobre la proactividad, sobre la capacidad que tiene el líder de anticiparse a las necesidades de su equipo y tomar iniciativa antes que sea necesario. Quiero que aprendas, o mejor que te tatúes en la mente algo que vale oro puro. Entiende que hay 2 tipos de personas dos tipos de personas que nunca serán ni líderes, ni llegarán a ninguna parte. Aprendelo, aquellas personas que no hacen lo que se les pide y aquellas personas que solo hacen lo que se les pide. Estoy seguro que me estoy haciendo entender con lo que digo, una persona que en un equipo de trabajo no cumple con sus funciones o sus tareas pone en riesgo a todo el equipo u organización, esa persona no puede avanzar ni deja avanzar. Una persona que en un equipo no está dispuesto a darle la mano a un compañero que lo necesite o que diga cosas como «eso no está en mi contrato», «esa no es mi función», «a mí no me pagan por eso» son personas que tampoco pueden avanzar por lo limitado de su visión y no dejan avanzar a la organización. Como líder que eres nunca vayas a caer en esos tipos de persona, mantén tu visión, mantén tu entusiasmo y se proactivo o proactiva. Siempre, siempre, siempre da mucho más de lo que los demás esperan. Lidera con tu ejemplo y demuestra lo que vales

Eso es todo por hoy, se despide tu amigo Juan Carlos Cano

Chao chao

En un viaje a Beijín – China, me ocurrió algo realmente extraño, incluso pensé que me estaba metiendo en serios problemas, pero nunca imaginé que de esa extraña aventura resultaría una importante enseñanza. Continúa leyendo la Pintura China.

Si deseas escuchar esta historia usa el siguiente reproductor.

La Pintura China

Recientemente tuve la fortuna de pasar algunos días en China y visitar al menos tres de sus ciudades. Estando en Beijing, la capital de China, caminaba junto con mi amigo Leonardo Salazar por el centro de la ciudad cuando un par de jóvenes se nos acercan y no saludan muy amablemente. Los chicos nos explican que son parte de un colegio que está a un par de cuadras de distancia y que en dicho colegio tienen una exposición de arte. Una exposición de hermosas pinturas que habían hecho los estudiantes del colegio junto con los profesores. Nuestros nuevos amigos asiáticos nos invitaron amablemente a la galería para que apreciáramos sus pinturas, Leonardo y yo aceptamos acompañarlos.

Nos llevaron a un extraño edificio que parecía sacado de una película de suspenso y nos invitaron a entrar en un ascensor algo viejo y oxidado. Una vez adentro del ascensor presionaron el botón que marcaba el piso – 4, nos estaban llevando a un sótano. No puedo negar que tenía algo de preocupación en ese momento, sin embargo al abrirse la puerta me di cuenta que estábamos en un colegio subterráneo. Efectivamente nuestros guías chinos nos llevaron a la sala de exposición de las pinturas que habían hecho.

Todas las pinturas eran muy bellas e interesantes, pero fíjate, hubo una en particular que llamó mucho mi atención, tanto que quise tomar una foto pero no me dejaban. Estaba prohibido tomar fotos en el recinto. Después de mucho a negociar y conversar con ellos, me dejaron tomar sólo una foto rápida del pequeño dibujo que a mí me había llamado la atención.

Acá se las muestro

El dibujo tiene dos hombres en lo alto de unas plataformas de piedra y bajo ellos se encuentra una masa de agua que podría ser un río, un mar o un lago. El hombre de la derecha se encuentra leyendo un libro para aprender a pescar y el hombre de la izquierda se encuentra pescando. En la galería un amable profesor me explicaba el significado del cuadro. El profesor me decía:

«En la vida no podrás conseguir un pez si sólo te sientas a estudiar sobre cómo pescar. Cuando tomamos acción y tiramos el anzuelo al agua es cuando tenemos posibilidades reales de atrapar un pez.»

¡Wow! Que lección tan maravillosa la que me dio ese profesor con este sencillo dibujo y acá te hablo desde la experiencia personal, soy un gran estudiante de tema de liderazgo, de negocios y de marketing, y aunque son muchas las cosas que he aprendido con el estudio debo ser honesto y reconocer ante ti que también son muchas las cosas que no he aplicado por falta de acción. Podemos leer todas las enciclopedias de cómo se maneja una bicicleta, pero si no nos atrevemos a montar en una y a caernos un par de veces, nunca aprenderemos de verdad a andar en bici. Podemos ver todos los vídeos que hay en YouTube o todos los tutoriales que encontremos en las redes sobre cómo nadar, pero sólo tirándonos al agua podremos aprender. Podemos tener la idea más maravillosa para sacar adelante nuestro negocio, pero de qué sirve si nunca la podemos en práctica.

Hoy es el día de tomar acción y de imitar al hombre del dibujo, así que hagamos esto juntos. Tú lo haces, yo lo hago. Piensa en un par de cosas que no has hecho hoy y que sabes que tenías que haberlas hecho. Escríbelas en tu agenda con fecha de hoy, y vamos a comprometernos a que hoy será el día de la acción, y que hoy no nos acostamos a dormir hasta que hayamos cumplido esa meta. Sólo espero que cuando llegue tu hora de descansar, tu frente esté en lo alto y tu corazón esté alegre sintiendo la satisfacción del que ha cumplido bien su tarea.

Deseo que lo hagas y espero tus comentarios para saber cómo te fue con la meta. Visita www.LlamadaDePoder.com y comparte conmigo tu experiencia.

Eso es todo por hoy se despide tu amigo Juan Carlos Cano

Chao Chao

¿Cuál es la verdad? cuando nos encontramos en conflictos donde las narraciones de los hechos son completamente opuestas, pero ambas partes juran decir la verdad, cómo debemos actuar? en la historia de hoy un buen ejemplo de este tipo de situaciones.

Si deseas escuchar esta historia usa el siguiente reproductor.

Historia sugerida por Leonardo Salazar desde Santiago de Chile.

En una ocasión partió desde Milán, Italia, un tren con destino a Zúrich Suiza. Este tren era uno de esos que tiene su sillas unas frente a las otras y los pasajeros se sientan mirándose los unos a los otros.

En uno de sus vagones viajaba una abuelita de unos 80 años acompañada de su bella nieta, ojos claros, pelo largo, cutis perfecto, de unos 20 años. Justo al frente le correspondió el asiento a un par de uniformados. Frente a la abuela estaba un Mayor del ejército de unos 50 años tal vez, de uniforme impecable y que se notaba orgulloso de portar sus insignias militares; al lado del mayor, le acompañaba un Cadete, quien se sentó de frente a la jovencita. El cadete se notaba tímido y al igual que su superior se sentó derecho en su asiento y casi no se movía.

Durante el viaje no se cruzaron palabra alguna, cada uno estuvo concentrado en sus pensamientos, pero algo muy extraño ocurrió cuando el tren se encontraba atravesando el largo túnel de base de San Gotardo…

Mientras el tren atravesaba el túnel se produjo un corte eléctrico en el vagón y la más profunda oscuridad lleno el vagón, no se alcanzaba a ver ni siquiera al compañero de al lado. Todos hacían silencio, nadie decía nada. En esa infinita oscuridad y silencio se escuchó lo siguiente:

Mmmmmuuuuack! ………. ssssplashhhhh!!!

Y después de ello nuevamente el silencio absoluto.

Cuando el tren logra salir del túnel nadie era capaz de mirar al otro a la cara, nadie hablaba. Todos habían escuchado el beso y la cachetada y aunque no hablaban todos estaban pensando en lo sucedido. Esto era lo que pensaba cada uno:

La jovencita: Pero qué vergüenza tan grande la que me hace pasar mi abuela. ¿Cómo es posible que ese bello Cadete me haya dado ese beso y mi abuela lo haya cacheteado de esa manera? con eso no volverá a mirarme.

Mientras tanto, la abuela pensaba: Esa es mi nieta. Es que yo misma la crié. Atrevido ese Mayor, descarado, como se atreve a robarle ese beso a mi nieta, pero ella es sangre de mi sangre y le zampó una buena bofetada por atrevido.

El Mayor Mientras tanto venía pensando: Que humillación la que me ha hecho este Cadete, y pensar que fui yo quien lo recomendó para la Escuela Militar… Claro, le robó un beso a la jovencita y su abuela me ha dado una cachetada que me ha dejado dormida toda la cara.

El Cadete mientras tanto venía pensando también, esto era lo que pensaba: ¡Wow! Este podría ser el mejor día de mi vida, no lo puedo creer. Le estampó un delicioso beso a esa jovencita tan atractiva y le pegó tremenda cachetada a mi Mayor y nadie se dio cuenta que había sido yo… Jejeje… no lo puedo creer 🙂

***************

Medio broma medio en serio la historia nos demuestra de manera clara cómo cada uno de nosotros se hace una idea de las cosas a partir de la información que tiene y de las experiencias de vida que tiene. Por eso la verdad de las cosas se hace tan difusa cuando alguien trata de contarla desde su punto de vista. En la resolución de conflictos, bien sea entre miembros de nuestro equipo o alguna diferencia entre algún cliente y un miembro de nuestro equipo, debemos ser muy cuidadosos con el análisis de la información que cada uno entrega porque cada uno estará diciendo su verdad a partir de lo que sintió.

Como líderes no podemos caer en el error de caer de creer absolutamente en uno o en el otro, se deben escuchar ambas partes y ver dónde coinciden los hechos para poder ayudar de forma imparcial a la resolución del conflicto. En una ocasión hablamos de cómo las personas tendemos a echarle la culpa a cosas externas y cómo nos cuesta responder por nuestros actos, pues de igual manera en la resolución de conflictos las partes involucradas tendrán la tendencia a mostrar la verdad según su punto de vista y ese punto de vista no es necesariamente correcto.

Cuando debas ser mediador o mediadora en una discusión, ten siempre presente que está «tu verdad», «mi verdad» y «la verdad», esto te ayudará a develar «la verdad» y a conseguir la mejor solución posible.

Eso es todo por hoy líderes, se despide su amigo Juan Carlos Cano

Chao Chao

En múltiples momentos de la vida sentimos que no avanzamos, que nuestros esfuerzos no dan frutos, que por más que lo intentamos parecemos patinar en un solo punto o peor aún retroceder en nuestro camino. Veamos una historia que trata sobre esos momento de la vida.

Si deseas escuchar esta historia usa el siguiente reproductor.

Historia sugerida por nuestro amigo Jerónimo Rojas de Ecuador y adaptada del libro Sembrando Esperanza 3 del sacerdote chileno Dennis Doren.

Rodrigo estaba haciendo fila para poder ir al aeropuerto cuando un taxista se acercó. Lo primero que notó fue que el taxi estaba limpio y brillante, el chofer bien vestido con una camisa blanca corbata negra y pantalones negros muy bien planchados. El taxista salió del auto dio la vuelta y le abrió la puerta trasera del taxi, luego le pasó a Rodrigo un cartón, un cartón plastificado, y le dijo:

—Hola Yo soy Willy su chofer, mientras pongo su maleta en el portaequipaje me gustaría que lea mi misión.

Después de sentarse Rodrigo leyó la tarjeta y decía:

«Misión de Willy: hacer llegar a mis clientes a su destino final de la manera más rápida segura y económica posible, brindándole un ambiente amigable»

Rodrigo quedó impactado, especialmente cuando se dio cuenta que el interior del taxi estaba igual que el exterior, limpio sin ninguna mancha. Willy subió al taxi y le preguntó

—¿Le gustaría un café? tengo unos termos con café regular y descafeinado.

Rodrigo bromeando le dijo —No, sabes qué, prefiero un refresco bien frío.

Willy sonrío y le dijo —No hay problema, tengo una hielera con refresco de cola regular y dietética, tengo agua y jugo de naranja.

Rodrigo con cara de asombro y casi tartamudeando le dijo —ehhhh, tomaré… tomaré la cola dietética.

Pasándole la bebida Willy le dijo —Sí usted desea algo para leer también tengo el periódico del día o esas revistas que están acá que son de esta semana, o si prefiere puedo sintonizar la radio en su estación favorita. Y como si esto no fuera demasiado, Willy le dijo que tenía el aire acondicionado prendido y preguntó si la temperatura estaba bien para él. También le hizo conocer que estaría contento de conversar con él o si lo prefería, lo dejaría solo en sus meditaciones. Rodrigo estaba completamente asombrado y le preguntó —Dime Willy, ¿siempre has atendido a tus clientes así?

Willy sonrío a través del espejo retrovisor y respondió —No no, no siempre. De hecho solamente los dos últimos años. Mis primeros cinco años manejando los gaste quejándome igual que el resto de los taxistas. Un día leí un libro llamado «Tú lo obtendrás cuando creas en ello» del doctor Wayne Dyer. En el libro decía que si tú te levantas en la mañana esperando tener un mal día seguro que lo tendrías y que muy rara vez no se cumplía esto.

El doctor Dyer decía «deja de quejarte, se diferente de tu competencia, no seas un pato, sé un águila. Los patos sólo hacen ruido y se quejan las águilas se elevan por encima del grupo»

Eso que leí me llegó aquí, en medio de los ojos. Yo estaba todo el tiempo haciendo ruido y quejándome entonces decidí cambiar mi actitud y ser un águila. Mire alrededor a los otros taxis y sus choferes, los taxis estaban sucios, los choferes no eran amigables y los clientes no estaban contentos, entonces decidí hacer algunos cambios. Uno a la vez. Cuando mis clientes respondieron bien hice más cambios.

— Oye Willy, pero se nota que te ha funcionado —le dijo Rodrigo.

— Sí, Seguro que sí, mi primer año de águila duplique mis ingresos con respecto al año anterior y este año posiblemente los cuadruplique. Usualmente no estoy en la parada de taxis, mis clientes hacen reservaciones a través de mi celular.

Willy era fenomenal, estaba haciendo un servicio de una limusina en un taxi normal. Willy el taxista tomó una diferente alternativa, él decidió dejar de hacer ruido y quejarse como los patos y volar por encima del grupo como las águilas.

 

***********

 

No nos digamos mentiras, a todos Nos gustaría poder viajar en el taxi de Willy porque una atención como esa todos queremos tenerla. Willy es un águila, pero nosotros ¿en qué grupo estamos? o mejor ¿en qué grupo te gustaría estar? ¿Quieres ser pato y quejarte de todo, de la situación, de los procesos, de tus clientes, de tus jefaturas? o ¿quiere ser águila y estar por encima de la bulla, de las quejas, de los chismes? Sin importar cuál sea nuestro cargo actual podemos seguir el ejemplo de Willy y comenzar con un cambio a la vez. Mira a tu alrededor e identifica cuáles son los malos hábitos de «patos» y reemplázalo por un buen hábito de «águila».

Enfocarnos en brindar una excelente atención a nuestros clientes y un amable a poyo a nuestro equipo son muy buenas prácticas. Evita a toda costa las quejas sin solucione y los comentarios negativos. Hazlo un cambio a la vez. Eleva tu liderazgo y pronto todos te veremos como el águila, en lo alto, en la cumbre

Eso es todo por hoy mis queridas águilas, se despide su amigo Juan Carlos Cano.

Chao Chao.

 

En múltiples momentos de la vida sentimos que no avanzamos, que nuestros esfuerzos no dan frutos, que por más que lo intentamos parecemos patinar en un solo punto o peor aún retroceder en nuestro camino. Veamos una historia que trata sobre esos momento de la vida.

Si deseas escuchar esta historia usa el siguiente reproductor.

Historia sugerida por Darwin Bustamante de Colombia. Texto adaptado del publicado por el profesor colombiano Fernando Cepeda en su columna del periódico El Tiempo.

Se realizaba en una importante ciudad de los Estados Unidos una feria de productos colombianos de cuero. A dicha feria asistió un investigador de una firma de monitoreo de mercados, quién decidió entrevistar a los representantes de 200 almacenes que eran los distribuidores de los productos de cuero colombiano. Tras haberlos entrevistado llegó a una conclusión determinante, los precios de tales productos son altos y la calidad muy baja, por ello les cuesta competir en el mercado estadounidense.

El investigador se dirigió entonces a los fabricantes para preguntarles porqué los distribuidores de Estados Unidos pensaban que sus artículos eran de baja calidad y poco competitivos, y recibió esta respuesta:

— No. No, no, no. La culpa no es nuestra. La culpa es de las curtiembres, ese sitio donde convierten las pieles de animal es en cuero, allá tienen una tarifa arancelaria de protección del 15% para impedir la entrada de cueros argentinos, por eso a nosotros nos toca comprarle a ellos sus pieles y eso hace que sea de baja calidad.

Nuestro amigo el investigador no se quedó solo con esa respuesta y fue a conversar con los propietarios de las curtiembres y ellos contestaron lo siguiente:

— No, no. No es culpa nuestra. El problema radica en los mataderos porque sacan cueros de mala calidad. Claro, como para ellos la venta de carne les reporta mayores ganancias y con menor esfuerzo, entonces los cueros les importa muy poco, por eso vienen malos, por eso es de mala calidad.

Así que el investigador armado de toda su paciencia se fue a un matadero y allá le dijeron lo siguiente:

— No no no no. La culpa no es de nosotros, la culpa no es nuestra. El problema es que los ganaderos gastan muy poco en venenos contra las garrapatas y además marcan por todas partes a las vacas para evitar que se las roben, por ese motivo los cueros llegan en muy malas condiciones.

Finalmente el investigador decidió visitar a los ganaderos, ellos también dieron su opinión. Esta fue su opinión:

— No no no. No es culpa nuestra, la culpa es de esas estúpidas vacas que se restriegan contra los alambres de púas para aliviarse de las picaduras.

Una vez terminada entonces la investigación, nuestro amigo entregó por escrito su conclusión y éstas fueron sus conclusiones.
«Los productores colombianos de carteras de cuero no pueden competir en el mercado de Estados Unidos porque sus vacas son estúpidas. Punto».
***********
Una de las quejas más frecuentes que escuchó siempre que estoy reunido con equipos de trabajo es que nadie asume su responsabilidad. Siempre la culpa es de alguien más. Siempre a alguien más se le echa la culpa. Una de las principales características que tiene un líder es su capacidad de ser responsable, y entiéndase «responsable» como la capacidad de responder, responder por sus acciones y responder por sus decisiones.

Muchos de los que dirigen equipos son unos irresponsables y les faltan los pantalones para aceptar su responsabilidad cuando las cosas salen mal y tienen siempre a quien culpar por el mar resultado, ahh, pero sacan pecho y se quieren llevar todos los créditos cuando algo sale bien, incluso se llevan el reconocimiento por el extraordinario trabajo de alguno de los miembros de su equipo. Dime, ¿conoces a alguien así? ¿trabajas con alguien con esas características?

Todos los que estamos en posición de liderazgo debemos entender que el éxito el éxito es gracias al equipo, pero los desaciertos son nuestra entera responsabilidad. Dejemos de estar culpando a las vacas y asumamos nuestro papel de líderes. Dejemos de dar excusas y comencemos a dar resultados, y recuerda si la culpa es de la vaca, entonces tú no estás listo para dirigir personas.

 

 

Eso es todo por hoy se despide tu amigo Juan Carlos Cano.

Chao Chao

Cuando lideramos equipos de trabajo, podemos caer el un gravísimo error de gestión del talento humano. Puede ser la presión por conseguir las metas o por el afán del día a día, pero si cometes este error el precio a pagar será muy caro para tu organización.

Si deseas escuchar esta historia usa el siguiente reproductor.

Metáfora adaptada del libro "Cuentos que mi Jefe Nunca me Contó" del español Juan Mateo Díaz

 

En una ocasión un carnicero que estaba atendiendo a sus clientes vio que un perro se metía en la carnicería, y empezó a gritarle para que saliera de la carnicería, pero el perro salió y a los pocos minutos volvió a entrar, y después de entrar y salir unas cuantas veces más el carnicero se dio cuenta que el perrito tenía algo en la boca.

Saliendo del mostrador se acercó al perro y vio que lo que traía en la boca era una nota envuelta en un plástico. Cogió la nota, la leyó y la nota decía lo siguiente:

«¿Podría usted enviarme medio kilo de chuletas y 5 salchichas?»

Envuelto en el mismo plástico también venía un billete que cubría el valor del pedido. El carnicero preparó el pedido y una vez estuvo listo metió en una bolsa las chuletas, las salchichas, junto con el cambio que había quedado, abrió las asas de la bolsa y el perro abrió su boca sujetando la bolsa y abandonó la carnicería. El carnicero estaba realmente asombrado y decidió salir detrás del perro para ver qué hacía. 

El perro caminó por la calle hasta llegar a un semáforo donde se paró. Puso la bolsa en el suelo, se alzó sobre sus dos patas traseras y apretó el botón para que el semáforo cambiara a verde (el botón de los peatones). Esperó sentado con la bolsa de nuevo en su boca hasta que el semáforo le dejó pasar. Cruzó tranquilamente la calle y caminó hasta la parada de autobuses. Al llegar allí, observó las señales que indicaban los diferentes autobuses y sus rutas, y el perro se sentó y esperó. El carnicero a toda esta, estaba a una distancia prudente y continuaba viendo, vigilando al perrito. Viendo qué hacía. Al poco rato, paró un autobus, pero el perro no se movió. Un poco más tarde llegó otro autobus, y el perro subió rápidamente por la parte de atrás para que el conductor no lo viera. El carnicero no daba crédito a lo que estaba viendo y también se subió al autobus. Tres paradas después, el perrito se paró en sus dos patas y tocó el timbre, de manera tal que cuando el autobus paró y abrió sus puertas, el perro se bajó y el carnicero detrás del perro. 

Los dos caminaron unos minutos más hasta llegar a la puerta de una casa. El perro dejó la bolsa y comenzó a golpear la puerta con sus patas delanteras mientras ladraba. Como nadie le abría, dio un salto y se subió a la baranda del ante jardín y desde allí saltó a la cornisa de la ventana, era una ventana de vidrio y comenzó a golpear varias veces el cristal de la ventana. Saltó otra vez a la calle y volvió a colocarse frente a la puerta. A los pocos segundos, la puerta se abrió y salió un hombre que sin mediar palabra empezó a golpear al perro mientras le gritaba que era un inútil.

Al ver aquello el carnicero se fue encima del hombre, lo sujetó para que no le pegara más al perro y le dijo:

— Pero por favor, ¡Deje de pegarle al perro! ¿no se da cuenta que está cometiendo una injusticia? Este perro es un genio. 

— ¿Un genio? — gritó el hombre—  Este perro es un imbécil. Es la segunda vez esta semana que sale y que se olvidan las llaves.

 

***********

 

¡Vaya historia! pobre perrito.

Bueno, fíjense que en nuestro ejercicio de coordinadores o directores de equipo de trabajo siempre pretendemos sacar lo mejor de nuestros equipos y mantener un equipo de alto desempeño y de alto rendimiento, pero eso nos lleva muchas veces a ser demasiados exigentes y a centrarnos solo en los errores, de ese modo la retroalimentación que damos a nuestro equipo lo único que hace en frenar la iniciativa y reducir el compromiso que ellos tienen. Evaluar los errores es algo esencial para forjar el mejoramiento continuo, pero simplemente centrarnos en recalcar los errores no nos ayuda a generar sinergia de equipo.

Por último, para terminar con la reflexión, hay una pregunta. La pregunta es, ¿como líder le haces seguimiento o perseguimiento a tu equipo de trabajo? como líderes, ¿hacemos seguimiento o perseguimiento a nuestros equipos?

Eso es todo por hoy, se despide su amigo Juan Carlos Cano

Chao chao

En múltiples momentos de la vida sentimos que no avanzamos, que nuestros esfuerzos no dan frutos, que por más que lo intentamos parecemos patinar en un solo punto o peor aún retroceder en nuestro camino. Veamos una historia que trata sobre esos momento de la vida.

Si deseas escuchar esta historia usa el siguiente reproductor.

En una ocasión un grupo de ranitas muy jóvenes viajaban y jugaban por el bosque, de repente, no se sabe cómo dos de ellas cayeron en un hoyo muy profundo, muy profundo, comparado con el tamaño de las ranitas.

De inmediato las compañeras que quedaron arriba se asomaron al borde del hoyo para ver qué había pasado con sus amigas, cuando vieron qué tan profundo era el hoyo, se miraron entre ellas y comenzaron a comentar en voz baja que era imposible que ellas salieran de esa fosa, que era mejor darlas por muertas. Mientras tanto las ranitas al interior del cráter brincaban y saltaban con todas sus fuerzas, pero la salida les quedaba aún lejos de sus patas.

Viendo el gran esfuerzo que en vano hacían las dos compañeras de tragedia, sus amigas sintieron tanto dolor que comenzaron a gritarles que no se esforzaran más, que todo estaba perdido, que mejor usaran sus últimas fuerzas en otra cosa, que de esta no salían vivas.

Las dos ranitas no hacían caso a los comentarios de sus amigas y seguían tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas, y brincaban y brincaban y brincaban. Las otras ranas seguían insistiendo gritándoles, moviendo sus paticas delanteras, les decían que sus esfuerzos eran inútiles, que no brincaran más, que no importaba cuánto brincaran no iban a llegar al borde.

Finalmente una de las ranas puso atención a lo que las demás decían y se rindió, se desplomó y murió en el sitio.

La otra rana continuó saltando tan fuerte, tan fuerte, tan fuerte como le era posible. Una vez más la multitud de ranas le gritaba que dejara de sufrir, que simplemente se dispusiera a morir en paz, pero la rana saltó cada vez con más fuerza, hasta que finalmente salió del hoyo.

¡Wow, que proeza! ¡que hazaña! la ranita había logrado lo que todas las demás creyeron imposible. Todas las ranitas la abrazaban, la felicitaban, hasta que una rana le preguntó:

— Oye, pero cómo has logrado salir de allí si eso era casi imposible?

Nuestra amiga, la ranita protagonista les explicó

— Es que ustedes todo el tiempo estuvieron alentándome a salir, yo las veía desde abajo como me hacían señas y me gritaban para darme ánimo.

Una de las ranas con cara de confundida replicó.

— Pero… nosotras no te estábamos dando ánimo, por el contrario, te decíamos que no lo intentaras más, que no había salida, que no lo ibas a lograr.

En ese momento nuestra amiga saltarina pone cara de asombrada y de pronto estalla en una ruidosa carcajada al tiempo que dice:

— Jaja, verdad que soy casi sorda. Con razón no les hice caso.

**********

Esta es una fábula muy bonita con grandes lecciones para todos quienes trabajamos con personas o lideramos equipos de trabajo. Mira, una de las primeras reflexiones que podemos sacar de esta fábula es que la lengua tiene, ojo, la lengua tiene «Poder de Vida» y «Poder de Muerte». Una palabra de aliento y ánimo que le das a alguien, a una persona de tu grupo o a alguien que se siente desanimado puede ayudar a levantarle para que finalice el día, pero una palabra destructiva, una crítica mal intencionada, una expresión lanzada sin pensar a alguien que se encuentra desanimado puede ser lo que acabe por destruirlo.

Trata de hablar siempre en positivo con tu equipo y tus compañeros de trabajo, y para resumir, tengamos mucho cuidado con lo que decimos, pero sobre todo, mucho cuidado con lo que escuchamos.

Eso es todo por hoy se despide tu amigo Juan Carlos Cano.

Chao Chao

El manejo de la frustración es una dura tarea a la que algunas personas deben afrontar diariamente en su actividad profesional, por ejemplo los vendedores quienes a diario se enfrentan con el «NO» como respuesta. En este episodio veremos un nuevo enfoque para esos difíciles momentos.

Si deseas escuchar esta historia usa el siguiente reproductor.

Se encuentran en una cafetería reunidos un par de amigos, Marcos y Javier.

Marcos le está enseñando a Javier desde hace algunos días cómo convertirse en un gran negociador y en un gran vendedor, mientras comparten el café a Javier le surge una pregunta, y le pregunta a Marcos. Le dice:

— Marcos necesito que me ayudes con el manejo de la frustración. De verdad que para mí es muy difícil cada vez que escucho un «NO» como respuesta después de haber hecho una presentación de mi producto, eso me baja mucho el ánimo y siento que me resta energía para seguir con mi trabajo.

A lo que Marcos le responde:

—Esa sensación es más común de lo que te puedes imaginar y lo que te aconsejo es que comprendas que las ventas son como un cubo o una cubeta llena de ostras frescas, decenas y decenas de ostras. El detalle importante es que existe la absoluta certeza de que al menos una de esas ostras que están ahí dentro de la cubeta, una de ellas tiene una perla perfecta.

Marcos seguía hablando y miraba fijamente a los ojos de Javier y le preguntaba:

—Dime Javier, si sabes eso ¿cuántas ostras estarías tú dispuesto abrir? ¿Qué pasaría si abres 3 ostras y ninguna de ellas tiene nada? ¿te das por vencido? ¿baja tu motivación? O simplemente te enfocas en el resultado que buscas y reconocer que cada ostra que abres, cada presentación de tu negocio que haces, estás más cerca de encontrar la perla que quieres, el premio que quieres. Recuerda que cada vez se destapa una ostra se está más cerca de la perla.

Interesante la historia del día de hoy. Pues así es, cuando nos encontramos en actividades comerciales, cuando estamos realizando la presentación de nuestro negocio, de nuestro producto, cuando estamos mostrándole al cliente los artículos que tenemos disponibles para la venta debemos recordar que cada vez estamos más cerca de la perla, entonces cada vez que hablamos con un cliente estamos más cerca del premio. Hoy no es un día para desanimarse, hoy es un día para actuar vamos entonces a destapar ostras, y a destapar ostras, y a destapar ostras, porque la próxima ostra puede tener la perla que tanto queremos.

Eso es todo por hoy se despide tu amigo Juan Carlos Cano.

Chao Chao

 

 

En múltiples momentos de la vida sentimos que no avanzamos, que nuestros esfuerzos no dan frutos, que por más que lo intentamos parecemos patinar en un solo punto o peor aún retroceder en nuestro camino. Veamos una historia que trata sobre esos momento de la vida.

Si deseas escuchar esta historia usa el siguiente reproductor.

 

Metáfora adaptada del libro Déjame que te Cuente de Jorge Bucay
En una ocasión un hombre en busca de trabajo se presentó a trabajar en una maderera. El sueldo era bueno y las condiciones de trabajo mejores aún. Así que el hombre aceptó con gusto el cargo de «leñador». Se propuso hacer un buen papel para durar en su nuevo trabajo. El primer día se presentó el capataz que le dio un hacha y le asignó una zona del bosque, el hombre entusiasmado salió al bosque a talar. En un solo día cortó 18 árboles.
 
—Te felicito, —le dijo él capataz — Sigue así, lo estás haciendo muy bien.
 
Animado por las palabras del capataz, el leñador se decidió a mejorar su propio trabajo el día siguiente, así que esa noche se acostó bien temprano y en la mañana siguiente se levantó antes que nadie y se fue al bosque. A pesar de todo el esfuerzo y empeño que colocó ese día, no consiguió sino cortar más que 15 árboles. «Debo estar cansado » pensó, y decidió acostarse con la puesta del sol. Al amanecer se levantó decidido a batir su marca de 18 árboles, sin embargo ese día no llegó ni a la mitad, al día siguiente fueron 7, luego 5 y el último día estuvo toda la tarde tratando de talar su segundo árbol.
 
Inquieto por lo que diría el capataz, el leñador fue a contarle lo que le estaba pasando y a jurarle, a jurarle que se estaba esforzando hasta los límites del desfallecimiento. El capataz un poco sonriente le preguntó:
 
— Oye, ¿cuándo afilaste tu hacha por última vez?
— ¿Afilar? no he tenido tiempo para afilar… he estado demasiado ocupado talando arboles.
 
Cuántas veces no hemos estado así por la vida dando todo y sintiendo que cada vez hacemos menos, que nuestros esfuerzos no se notan al final del día. Es un sentimiento que frustra y que definitivamente no ayuda a mejorar. Afilar el hacha lo podemos interpretar desde varios ángulos:
  • Afilamos el hacha cuando nos detenemos un momento a evaluar lo que hacemos y a buscar mejoras en nuestros procesos.
  • Afilamos el hacha cuando sacamos tiempo para leer un libro que nos haga mejores personas, que nos haga más profesionales en nuestro oficio.
  • Afilamos el hacha cuando verificamos nuestras metas y planeamos el objetivo del día o de la semana.
 
En fin es importante tener en cuenta que para cortar muchos árboles se requiere no sólo estar todo el día dando hachazos y hachazos, sino que se necesita sacar momentos para afilar el hacha.
 
Eso es todo por hoy se despide tu amigo Juan Carlos Cano.
 
Chao Chao